Toda investigación histórica es necesariamente provisoria, es un avance, un basamento sobre el que se harán nuevos aportes en el futuro. La historia que se escribe hoy sin duda será sucesivamente reelaborada, pero ésa no es razón para que no se pueda escribir en el presente (Barela, 2004).
La Historia Oral, hasta nuestros días es todavía vista entre ceja y ceja por algunos historiadores de la vieja guardia y por algunos efebos investigadores. Este rechazo podría ser por varias razones, pero el más añejo es la supuesta falta de credibilidad de esta técnica y el culto absoluto al documento escrito, haciendo de ella todo un credo.
Dicho argumento no es sostenible y cae por su propio peso, por el hecho de que el testimonio oral es un documento subjetivo como el escrito, pues, ambos dos pueden tener las mismas erratas: registrar mentiras, inventos, entre otros. Por lo tanto, las condiciones son las mismas.
En este marco de sinceramiento, en los siguientes párrafos se propone escudriñar los elementos constitutivos de la Historia Oral, que en la práctica es un instrumento valioso con el que es posible la revisión de algunos episodios de la Historia como también los acontecimientos recientes, por ende re-pensar la Historia, que es una labor de “aquí y ahora”.
En la primera parte del presente ensayo bibliográfico, se pretende encontrar una definición sobre esta técnica; en la segunda, se aborda sobre la metodología y, por último, se señala algunas experiencias recogidas a través de la Historia Oral.
I. Historia Oral: Definición
Son pocos quienes se preocupan en desarrollar una definición sobre el término Historia Oral. Tal vez sea porque el término ya se da por sobreentendido. Sin embargo, para comprender esta categoría en su justa dimensión –alcances, objetivos, operatividad, etc.– es necesario encontrar su sentido, en entender de lo se trata, para una mejor instrumentalización en la práctica.
Pues es cierto también que el término Historia Oral, a simple vista, “se presta a confusión porque parece que quiere ser una disciplina distinta, como la Historia Económica”, Historia Social, Historia Política u otras, por lo que algunos plantean reemplazar el término por “Relatos de la Vida” –Lije Stories–, “Historia de Vida” (Lara y Antúnez, 2014), o el “más adecuado sería Fuentes Orales, porque es de eso que se trata” (Fraser, 1993: 80). A pesar de estas propuestas, hay nomás consenso en denominarlo a esta técnica de recolección de datos como Historia Oral, o llamarlo de esa manera, porque no existe un ente rector autorizado que establezca cómo debe ser denominado. El debate aún continúa.
Mientras tanto, la Historia Oral no se constituye en una “disciplina histórica” sino en una técnica de recolección de datos históricos a través de fuentes orales, testimonios orales –convertidos éstos luego en documentos escritos–, para construir y reconstruir el pasado, pero no de larga duración sino contemporáneo.
Su uso de esta técnica data de épocas muy antiguas, desde Herodoto, pasando por los cronistas medievales, hasta los ilustrados del siglo XVIII se apoyaron en las fuentes orales para narrar o construir sus obras; y comenzando el siglo XIX es cuando nace “una profunda sospecha sobre la historia oral como indicio para conocer el pasado” (Archila, 2005: 298) por parte de historiadores de la corriente positivista, quienes “preocupados por la veracidad de sus testimonios, renunciaron a las fuentes orales, que consideraron subjetivas, variables e inexactas, (descalificando) la validez de los relatos contados por la gente común, siendo clasificados como literatura o folklore” (Mariezkurrena,..: 228).
Tal subestimación a la Historia Oral por el grueso de estos historiadores continuó hasta mediados del siglo XX, más específicamente hasta después de la segunda Guerra Mundial (1939-1945), que es cuando las nuevas escuelas historiográficas –en Francia, la escuela francesa de los Anales; en Inglaterra, la historiografía marxista británica y en Estados Unidos, la nueva historia económica– cambian la perspectiva sobre el abordaje de la Historia, cuestionando el culto al documento y sobrevaloración a la vida de los “grandes hombres”, viejas obsesiones positivistas. Pues así se pasa nuevamente a tomar en cuenta el testimonio de testigos sobre acontecimientos para la construcción de la Historia.
De acuerdo a Archila (2005), en los Estados Unidos, un poco ligado a la anterior historiografía, se buscará aún hechos desde la perspectiva de las élites. Pero en Europa la cosa cambia sobre los sujetos entrevistados y el tipo de información que se perseguía. Al historiador y a los cientistas sociales europeos de entonces les interesará abordar los traumas que ocasionó en su población la guerra, las historias de vida cotidianas. A esta forma de encarar la Historia se lo denominó la “historia desde abajo”, que se replicará en América Latina.
En los años cincuenta y comienzos de los sesenta, América Latina siguió como moda la corriente norteamericana sobre la construcción de la historia elitista, utilizando fuentes orales, hasta que dio un giro a la “historia desde abajo”; es decir, a escuchar a “la gente que no tiene voz histórica” (Fraser, 1993: 13). Esto se debió a tres factores: el analfabetismo, a la precariedad de la documentación escrita y al influjo del pensamiento marxista que Rivera (1987) critica en el sentido que los izquierdistas se apropiaron de la Historia Oral para instrumentar a sus propios intereses.
En consecuencia, la Historia Oral no es que se haya constituido como tal por el azar, más en América Latina, sino por la necesidad de escuchar a los de abajo, a los subalternos, pero también a todo sujeto actor que esté involucrado en los acontecimientos, por esto “la historia oral es la más nueva y la más antigua forma de hacer historia” (Lara y Antúnez, 2014: 227).
Thompson (2000), en ese espíritu, definirá a la Historia Oral como “la interpretación de la historia, las sociedades y las culturas en proceso de cambio a través de la escuela y registro de las memorias y experiencias de sus protagonistas” (p. 15). Además, “la historia oral es la especialidad dentro de la ciencia histórica que utiliza como fuente principal para la reconstrucción del pasado los testimonios orales”, dirán Lara y Antúnez (2014: 50).
Cabe enfatizar que la Historia Oral no rechaza en absoluto al documento escrito sino, más bien, se complementa a ella (Barela et al., 2004), recolectando bibliografía especializada.
II. Historia Oral: Metodología
El rescatar el testimonio del protagonista “aquí y ahora” se hace imperioso porque éste con el tiempo se arriesga a perder la oportunidad de ser escuchado, ya que la memoria humana es frágil y efímera. Y para no perder versiones de los protagonistas sobre eventos fundamentales, es necesario recoger la información haciendo uso de la “entrevista de historia oral".
Hay una distancia diferencial entre la entrevista periodística y la entrevista de historia oral. El primero se preocupa sobre el acontecimiento del momento, por el tiempo próximo, porque “su esencia es la inmediatez, la primicia y la respuesta al interrogante de hoy”. Y el segundo, “además del tiempo corto, se pregunta por los movimientos de larga duración, por los procesos históricos e intenta descubrir lo que subyace, no lo aparente o lo que expresa el dato en sí mismo” (Barela et al., 2004: 15); e indaga sobre no sólo qué pasó, sino por qué pasó (Mignolo, 2002).
La entrevista, en una definición breve, es la conversación cara a cara entre dos o más personas, con un fin específico. Y existe una variedad de entrevistas como la dirigida, la estructurada, la controlada, la guiada y la no guiadas (Pardinas, 1969).
Según Mariezkurrena, “el objetivo de una entrevista de historia oral no es obtener ‘datos’, sino entender una vivencia, ya que todo lo que aporta es significativo. Aunque nuestro informante incurra en fallos de memoria, exageraciones o ficciones, todo ello confiere significado a la historia de su vida. Lo importante es saber interpretar la experiencia de una persona, ya que su testimonio nos aporta el privilegio de conocer y comprender las vivencias íntimas de esa persona” (p. 23 1).
Por lo tanto,
La Historia Oral tiene como primer objetivo la producción de entrevistas
que serán utilizadas como fuentes históricas. Exactamente por trabajar con
testimonios directos, en coyunturas y procesos históricos cuyos desenlaces aún
no se conocen, en consecuencia de la proximidad de los fenómenos estudiados, la
historia oral exige un cuidado y una atención redoblada de los investigadores
al conducir sus proyectos de investigación. (Ferreira, 2002: 16).
Entonces, el uso de la entrevista, como parte de la metodología de la
Historia Oral, es una herramienta de trabajo fundamental, con la que se busca
información en fuentes orales para la investigación histórica. Y a la hora de
la entrevista de histórica oral es
necesario, aconsejan Lara y Antúnez (2014), hacer una triangulación entre
pregunta, diálogo y percepción (imaginario), además de elaborar, previamente,
un proyecto guía que facilitará el trabajo.
Éstas pueden ser
primarias o directas (documentos escritos, orales, periodísticos, literarios,
epistolares, arqueológicos, fílmicos, etc.) y/o secundarias o indirectas
(bibliografía ya existente sobre el tema).
2. El análisis crítico de las fuentes, en cuanto al contenido y al contexto en que fueron producidas.
3. La síntesis, es decir, cuando se selecciona y ordena el material para poder estructurarlo y presentarlo adecuadamente.
Asimismo sugiere Barela posibles elementos en la presentación de un proyecto de Historia Oral.
1. Tema de investigación
1.1
Hipótesis
1.2
Espacio
1.3
Tiempo
2.
Fundamentación teórica del uso de la historia oral
3.
Desarrollo del trabajo
3.1
Trabajo de campo
a) Estrategias convocantes
b) Elección de fuentes
c) Entrevistas o reuniones de taller (grabación)
3.2
Elaboración
a) Desgrabación
b) Transcripción
3.3
Interpretación
a) Tipo de producto esperable
b) Recursos y medios de producción
4. Registro de la experiencia
III. Historia Oral: Experiencias
La Historia Oral, como una forma de explicar el pasado reciente y como técnica, es aplicable en diversos contextos, como por ejemplo en lo científico, en lo cotidiano, en las individualidades, en las masas, en la educación, en lo urbano o rural, en lo familiar, en lo regional o nacional y en otras diferentes áreas impensadas, siempre y cuando que la intención sea de reconstruir el pasado.
A continuación se señala algunas experiencias o trabajos a partir de la Historia Oral.
En la obra Los Artesanos Libertarios y la ética del trabajo de Zulema Lehm y Silvia Rivera Cusicanqui (1988) se destaca básicamente la reconstrucción de la historia de grupos anarquistas de inicio del siglo XX, que convergieron en la Federación Obrera Local (FOL). Y como señalan las autoras, que el trabajo “está basado en las vivencias, recuerdos y reflexiones de un puñado de hombre y mujeres cuyas trayectorias personales se enraízan en una fase crucial para el despertar organizativo de la clase trabajadora”. Como técnica de recolección de datos se hizo uso de la Historia Oral, los relatos.
Otra experiencia muy ambiciosa se trata sobre la iniciativa que llevó a cabo el Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires en 1985, denominado “Los abuelos cuentan la historia”. Esta aventura consistió en que los abuelos narraran sobre la historia de Argentina a través de sus propias experiencias a chicos de colegios en reuniones programadas, rescatando así diferentes versiones, para luego armar la historia y publicarlo (Barela, 2004).
Daniel James, en su trabajo “Escuchar en medio del frío”, publicada en Doña María: Historia de vida, memoria e identidad política (2004), presenta la reconstrucción de la “historia sindical y la historia del trabajo en las plantas frigoríficas” de la Argentina de 1945. Para la ocasión se centra básicamente en los relatos de un informante clave, como es “doña María”, como la llama, quien había tenido una “activa participación en las luchas de la década de 1940, cuando militó tanto en el sindicato como en el Partido Laborista” de la época.
En El Don Quijote brasileño: mentira y verdad en la historia oral (1996), pasa algo con que puede uno toparse en la recolección de datos a través de la Historia Oral. Se trata de Janaina Amado, autora de esta obra, quien se había llevado la sorpresa que su informante le había estado contando mentiras. “Al revisar la narración se da cuenta de que se trata de una recreación de Don Quijote y descubre que la obra de Cervantes fue reelaborada por los pobladores de la región de Goiás”. La investigación, a través de la Historia Oral, estuvo planificada para recoger relatos sobre un movimiento social ocurrido en el Estado de Goiás, Brasil, en las décadas de 1950 y 1960. En su búsqueda, se topó con un informante de quien había recogido todo lo que contaba, pero luego, después de una recolección de documentos sobre ese acontecimiento, se dio cuenta que tal relato no concordaba en la mayoría de los casos. Le había mentido.
Conclusión
La Historio Oral es una técnica que puede ser vista como alternativa para encarar el desafío de, no solo de reconstruir, “re-pensar la Historia” a través del acopio de la información de los actores de un determinado acontecimiento.
Si bien la Historio Oral nace por la necesidad de captar la voz de los subalternos, en la práctica uno no debe encerrarse en esta lógica, sino deberá tratar de captar también las voces de aquellos que siempre son escuchados, todo esto con el propósito de tener el panorama completo de tal acontecimiento puesto en estudio.
En este sentido, lo que el historiador profesional deberá buscar con espíritu libre es el trabajo responsable, barajando fuentes distintas, y no quedarse simplemente en unas cuantas anécdotas que pueden ser engañosas.
Referencia bibliográfica
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ARCHILA
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LEHM,
Zulema y Silvia Rivera Cusicanqui. Los
Artesanos Libertarios y la ética del trabajo. La Paz, Bolivia: Ediciones
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Paul, Historia Oral y contemporaneidad, en Historia, memoria y pasado reciente,
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